La idealización en el tratamiento
Muchas veces las personas al buscar un tratamiento psicológico o nutricional, lo hacen por varias cuestiones, que van desde salir de un problema al que no le encuentran solución, hasta lograr un nuevo estilo de vida.
Cualquiera que sea el motivo de consulta, las personas generan expectativas previas acerca de cómo será el tratamiento, quién los atenderá, el profesionalismo de la misma, si el tratamiento dará resultado o no, cuáles serán las condiciones de las instalaciones a las que llegarán, entre otras, pero pocas veces se toma en cuenta que el resultado de un tratamiento depende en gran medida de si la persona “pone de su parte” o no. Esta situación hace que los tratamientos recaigan en factores externos poniendo la responsabilidad de las consecuencias en alguien o algo más y se olvidan que los factores principales para que haya buenos resultados son LOS INTERNOS, como la motivación, perseverancia, mejora continua, autorespeto, paciencia, confianza, aceptación, etc.
Esta visión hace que sea complicado generar una constancia y un compromiso hacia las acciones que las personas tienen que llevar a cabo para lograr entender, superar y mejorar la situación por la que llegaron en primera instancia, ya que se cree que los profesionales de la salud tienen que “arreglar” el problema de una manera eficaz, rápida y a bajo costo, situación que se ve favorecida con los “productos milagro” quienes promueven superar o mejorar el estilo de vida en muy poco tiempo sin esfuerzo alguno.
Al idealizar a alguien o a algo (en este caso al tratamiento o al profesional de la salud que brindará el servicio), se generan una serie de pensamientos, deseos y expectativas demasiado altas que con frecuencia resultan erróneas y pueden provocar una sensación de insatisfacción. Esta situación hace que se ponga en duda la veracidad del tratamiento y por lo tanto la gente piense abandonarlo en cualquier momento. Es así, que estos factores repercuten de manera considerable en la enfermedad de los Trastornos Alimentarios respecto a los tiempos, costos y pasos a seguir por parte de la familia y la persona que padece algún trastorno de este tipo.
Al no comprender la gravedad y consecuencias de esta enfermedad, se toman acciones poco favorables: los padres tienden a creer que al estar su hijo/a en algún tratamiento o internamiento, se modificarán automáticamente sus pensamientos y volverán a su dinámica previa sin necesidad de generar cambios en su estilo de vida o sólo se realizarán cambios momentáneos.
Este hecho ejerce presión en cómo se cree que una persona debe de sanar y por ello se pretende controlar los tiempos del proceso psicológico y nutricional ya que se empiezan a imponer reglas propias y se exigen una serie de resultados poco objetivos porque estas demandas parten desde una ideología y expectativas dirigidas a la rapidez, bajo costo y a la comodidad de no tener que realizar algún esfuerzo porque “los profesionales de la salud tienen que arreglar por sí solos el problema”.
Por otro lado, las personas que padecen algún Trastorno Alimentario y reciben tratamiento, suelen pensar que las van a “arreglar” de alguna manera para volver a desenvolverse en sus núcleos familiares y sociales, siguiendo momentáneamente lo que se les dice con la idea de que todos observen que son capaces de cambiar, sin embargo, estas expectativas generan pobres resultados y baja motivación para salir adelante. De esta manera, junto con las perspectivas familiares llegan a detonar recaídas o abandono del tratamiento.
Para que un proceso dirigido a la recuperación de un Trastorno Alimentario sea efectivo, es importante entender que se trata de una enfermedad que aunque sea individual y tenga causas psicológicas, los entornos cultural y familiar marcan su aparición, por lo que se considera una enfermedad multicausal; así mismo para que se puedan generar resultados eficaces y genuinos dirigidos a la recuperación, es necesario que tanto el paciente como su familia se den cuenta que el tratamiento es brindado por un profesional de la salud y cuenta con ciertas especificaciones. Ello permitirá que perciban la realidad de esta enfermedad y aprendan a escuchar lo que se solicita en beneficio de la recuperación, dejando a un lado deseos o expectativas poco informadas acerca de esta enfermedad. Esto permitirá que se puedan evitar recaídas y el trabajo terapéutico esté compuesto por la labor de los profesionales de la salud, las necesidades del paciente y el apoyo de la familia.